15 feb 2010

HISTORIAS DE LEYENDA

Apolo salió con su carro como cada mañana para llevar a cabo la misión encomendada por Zeus, bañar la tierra de sol. Perseguir las sombras lenta pero implacablemente. Hacer brotar las plantas y secar el rocío que la noche deja en el mundo. Odiaba la noche, fría y oscura, condición ideal para bandidos y ladrones, adúlteros, prostitutas y emboscadas bélicas; en cambio el calor del sol sacaba a la gente del letargo sumido por la manta de Morfeo.

La noche sólo traía cosas malas. ¿Por qué tenía que existir? ¿Por qué Zeus puede consentir una cosa como esta? Lo ideal sería un día eterno y si la gente quería dormir sólo tendría que cerrar los postigos de las ventanas.

Con estos pensamientos en la cabeza, después de un duro día de trabajo, una vez que el sol volvía a ser escondido se dirigió decididamente hasta el Olimpo a presentar sus quejas. Entonces la vió. ¿Quién era esa hermosa deidad? Más blanca que las nubes algodonosas y que incluso podía competir en redondez y perfección con el mismísimo astro rey que él estaba orgulloso de portar.

- ¿Quién es ella? -preguntó apresuradamente Apolo al resto de dioses.
- Se llama Selene -dijo Atenea- es la nueva hija de Zeus, concebida para arrojar algo de luz y seguridad, pero la suficiente como para que la noche siga siendo noche.
- Es preciosa -dijo el, y Afrodita se rió pícaramente. - Voy a ir a saludarla, ya que nuestra razón de ser es muy similar.
- Demasiado tarde, acaba de irse -terció Afrodita- y no debes seguirla, ya que tú eres el portador del sol y ella de la luna. No puedes alterar el ciclo o sufrirás la ira de nuestro padre.
- Tienes razón... -contestó desanimado.

Desde aquel día a Apolo ya no le molestó más la noche. Cruzaba el cielo lo más rápido que podía para poder ver a Selene. Pero cuanto más corría él, más temprano salía ella.

- ¿Por qué? No lo entiendo. ¿Por qué no podemos surcar el cielo juntos?
- Porque sois caras de la misma moneda, hermano .-Dijo Dionisio- Estáis condenados a vivir pegados por la espalda, inseparables pero a la vez individuales.
- Yo sólo quiero estar con ella...

Al día siguiente, cuando Apolo ya casi estaba acabando su jornada vió aparecer a Selene en el firmamento. Lleno de alegría, el sol comenzó a brillar con más intensidad y a su vez, la luna reflejaba cada partícula de luz. Los humanos contemplaron el cielo rojo maravillados y lo llamaron "ocaso". Zeus, por su parte, solicitó la ayuda de Céfiro, dios del viento, para crear una espesa capa de nubes y que no se repitiera el fenómeno. Pero a veces hace la vista gorda...

11 feb 2010

Diagnóstico

-Se llama Juan, 23 años. -dijo la secretaria.
-Bien, hágale pasar.

-Hola -dijo tímidamente a la par que entraba en la consulta.
-Buenos días, siéntese. ¿Cuál es el problema?
-Verá doctor, por las noches soy incapaz de dormir, mi estado de agitación es tal que pasan las horas como por ensalmo. Debería sentirme cansado pero me levanto cada día con una felicidad abosoluta...-comenzó diciendo el joven- pero a medida que va pasando el día me encuentro en un estado de agitación interna, con unos nervios tales que me atenazan el estómago.
-¿Se da cuenta de que los síntomas parecen contradictorios?- dijo el doctor.
-Bueno, si...por eso hago esta visita.
-Sigamos, cuénteme más.
-Aparte de todo esto, la percepción del tiempo se ve alterada: tan pronto me pasa muy despacio como se me eternizan los segundos.
-Qué extraño...¿se refiere a que pasa lento cuando está aburrido?
-Tampoco es eso exactamente, doctor. La cosa empeora con la taquicardia que padezco en ciertas ocasiones e incluso me he sorprendido con cierto rubor en la cara cuando me miraba al espejo.
-No se preocupe, vamos a hacerle unas pruebas. Ahora le doy una cita -cogió una pluma y se puso a escribir con la característica letra de médico en un papel, se lo entregó y añadió- Ahora túmbese por favor, me gustaría tomarle la tensión y hacerle un análisis de sangre si es tan amable.



-Hola de nuevo -dijo el joven- estoy aquí para recoger los resultados.
-Pase, pase...mirando las pruebas podemos concluir un aumento de la presión sanguínea y de la tasa cardíaca. Además, vemos también que su sangre contiene una elevada cantidad de endorfinas, dopamina y norepinefrina...son como si fueran drogas naturales producidas por el cerebro; esto explicaría su sensación de felicidad. ¿Me sigue?
-Perfectamente, ¿qué es lo que me pasa?- dijo el un poco asustado.
-Que está usted enamorado.

28 ene 2010

Un día cualquiera

Se levantó a las 7:00 como tantos otros días y se duchó con agua templada como suele pasar en los días de invierno. Tiritando se fue a la cocina a preparase el desayuno de siempre. Se puso un abrigo negro, una bufanda y resignado cogió su mochila del suelo. Cerró la puerta lentamente para no despertar a nadie y discretamente bajó las escaleras hasta llegar a la calle. Al abrir la puerta el frío inundó cada parte de la piel no cubierta por el reconfortante algodón. Suspiró. Encendió un cigarrillo y caminó con paso lento y cadencial hacia la estación. Una vez allí se sintió incómodo rodeado de tanta gente. Somnoliento se dirigió hacia su sitio de siempre del andén y amenizó la espera con las canciones de su Ipod. Llega el tren, mucha gente y poco espacio. Gente que coloca el abrigo en un asiento y el bolso en otro para que nadie se siente a su lado. Gente junta, pero ¡por Dios!, que nadie se atreva a revolverla. Son como átomos que se repelen obligados a orbitar juntos durante veinte largos minutos que dura el trayecto. Decidió quedarse de pie. Calor. La mochila empieza a hacer mella en la espalda. El tren frena, monta gente. La gente empieza a rodearle, el chaval se siente incómodo. El revisor, buenos días. Por fín llega a su destino. Se posa del tren y se mezcla entre la masa hasta salir a la calle. Más frío. Lloran los ojos. Otro cigarrillo. Piensa que hoy podría ser un buen día para dejarlo pero continúa fumando. Cruza la calle. Más gente. Su periódico gratuito, gracias. Sigue caminando por la calle principal, no le gusta. mucha gente. Se desvía a una secundaria, semáforo en rojo. Espera. Mira el reloj. Llega tarde. Entre caladas y canciones alguien le pide un cigarrillo. Se lo da sin siquiera mirarle. Sigue caminando. Otra calle. Otra más. Gente con prisa. Chocan con el. Sigue caminando. Cruza otra vez. Pisa un charco y se moja el pantalón. Por fín llega. La facultad. Sube las escaleras sin resuello, entra en clase. Calor. Gente. Y amigos...que ayudan pero el camino del estudiante se recorre solo. Entra el profesor. Silencio. Apuntes. Alguien tose y pierde el hilo de la clase. 10:00 acaba la clase. Empieza otra. Los profesores van entrando sin descanso. Son las 14:00. Sale de la facultad. Fuma un cigarrillo, disfruta cada calada. Frío, vuelve a entrar. Decide comer. No tiene hambre. Da igual. Entra al bar. Aun más gente, incomodidad. Espera su turno. Recoge su comida. La misma de siempre. Come y lee el periódico. Acaba. Otro cigarrillo más, pierde la cuenta. Decide estudiar. Sube a la biblioteca. Lentamente, disfrutando cada segundo antes de entrar. Por fín entra. Mucha gente. Un hueco en la esquina. Saca sus cosas. Las 16:00, buena hora. El tiempo no pasa. El idioma se entiende. El sentido no. 18:00 toca un té. Fuma otro cigarrillo. Anochece. Empieza a helar. Aun más frío. Saca otro cigarrillo. No tiene ganas pero aun asi fuma. No quiere volver a estudiar, al final se decide y entra. Golpe de calor, portazo y la gente mira. Incomodidad, vergüenza. Camina lentamente hasta su sitio y vuelve a la faena. Las 20:00 hora de irse. Sale de la biblioteca y suspira aliviado. Sale a la calle. ¿Es posible que aun haga más frío? La gente sale de su turno de trabajo. Multitudes en pasos de peatones esperan su turno, él es uno más. Camina con la cabeza embotada. Mira el reloj, no hay prisa. Saca un cigarrillo que el viento no deja encender. Vuelve a la estación. Se repite la historia de por la mañana. Llega cansado, incómodo, sin intimidad. Abre la puerta de casa. Nadie en casa. En la cocina una nota y la cena fría. Empieza a comer sin más compañía que la tele. ¿Postre? Hoy no, gracias. Lava los platos. Cigarrillo, que no falte. Enciende el ordenador. 23:00 un capítulo más y se va a dormir. Visita obligada al baño. Cocina y botella de agua. Se acuesta, 24:00. Lejos de contar ovejas piensa en sus compromisos del día siguiente...